domingo, 17 de octubre de 2010

Macario: el mexicano y la muerte.

Película: Macario (México, 1960)
Director: Roberto Gavaldón.
Actores: Ignacio López Tarso, Pina Pellicer, Enrique Lucero, Mario Alberto Rodríguez.

Crítica: Esta obra maestra del cine mexicano representa como pocas parte importante de la identidad del mexicano: su relación con la muerte.
Es la celebración del Día de Muertos (festividad tradicional mexicana en el que se recuerdan a los conocidos difuntos a través de coloridas ofrendas en panteones o hogares) a finales del siglo XVIII y Macario (Ignacio López Tarso), su esposa (Pina Pellicer) y sus hijos pasan aquella festividad y toda su vida en la miseria, con escasos alimentos para toda la familia. Un día Macario decide no comer más hasta tragarse un guajolote (pavo) el solito. Su esposa roba uno, lo cocina y se lo entrega para que vuelva a alimentarse. Antes de comerlo, Macario decide finalmente compartirle de su guajuolote a un huesudo y demacrado personaje: La Muerte (Enrique Lucero). Macario recibirá de su acompañante una recompensa por su actitud, aunque la recompensa le jugará sucio a Macario.
Basado en la gran novela de Bruno Traven (que a su vez se basa en un cuento de los hermanos Grimm), Roberto Gavaldón dirige y escribe junto a Emilio Carballido esta grandiosa pieza clave del cine mexicano (que es clásica en la programación televisiva del Día de Muertos), que incluso fue el primer filme mexicano en ser nominado al Oscar por Mejor Película Extranjera. En él se hace un gran retrato y reflexión acerca de una de las peculiaridades que tiene México en comparación con otros países: el distinto trato hacia la muerte, un culto a ella como a Dios o el diablo mismo; en Macario además de mostrarse la tradición del Día de Muertos, la religiosidad del mexicano que persiste hasta nuestros días y su punto de encuentro con el fanatismo, una cierta denuncia a la sociedad marginada del país y nos deja la pregunta retórica si es cierto que el mexicano no le tiene miedo a la muerte y cómo es el temor hacia aquella etapa de la vida, y esto además de ser contado en una de las épocas más dificiles, la colonización en el siglo XVIII cuando México era Nueva España. Técnicamente la película está muy bien realizada y adaptada a la época que retrata, además de dejar grandes escenas a la cinematografía nacional y mundial como el final.



Las actuaciones son más que estupendas a pesar de ser pocas intervenciones histriónicas en el filme, pero cada actor desempeña muy bien su papel. Ignacio López Tarso realiza su mejor papel hasta la fecha consagrandose como una de las mejores del país y su personaje junto al que interpreta Enrique Lucero son muy recordados por el público nacional.
La dirección de fotografía de Gabriel Figueroa impecable, hay que recordar que es el más grande cinefotografo que ha tenido este país (y de los mejores del mundo), cada uno de sus cuadros son grandiosas postales y los encuadres, movimientos y esto junto con la edición de Gloria Schoemann y los decorados de Manuel Fontanals dan un resultado visual más que agradable a la pupila.
La música de Raúl Lavista es muy interesante, pues además de ser la clásica de la época del cine de oro, aquí la banda sonora hace un juego muy importante con la música de las culturas prehispánicas con la desarrollada después de la conquista, como el mariachi.
Esta película debe ser vista en todo el mundo, pues la calidad de ella es un gran ejemplo de lo que es capaz de mostrar la producción mexicana.

Calificación:

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